Se suele utilizar en paños de poca altura, no más allá de 5 o 6 m, aunque resulta recomendable, no superar los 3 m.

Entre el aplacado y el soporte, se deja un espacio de unos 3 cm que se rellena con un mortero.

Como medida de seguridad, se deben utilizar grapas que se reciben con el mortero y se anclan al muro de ladrillo o de hormigón.

Conviene prestar especial atención a la naturaleza del soporte, pues si este es de hormigón, conviene crear una superficie suficientemente rugosa (por picado) para obtener así una adherencia adecuada.

Esta modalidad de aplacado, no favorece en nada la ventilación de la piedra, por lo que su utilización, debería quedar limitada a situaciones especiales.

Tal sería el caso, de la parte del paramento en contacto con el suelo (zócalos) para protegerlo de roturas producidas por acciones vandálicas.

  • CATEGORY