El apomazado se logra mediante un proceso de abrasión similar al del pulido, pero sin llegar a conseguir brillo.  Las máquinas de gran producción son llamadas también trenes de pulido, y estas van equipadas con varios cabezales que montan abrasivos de diferente granulometría por cabezal y que giran con movimientos de rotación y traslación sobre bancos fijos, a lo largo de la cadena del proceso. Existen otros modelos automáticos equipados con un único cabezal.

Para pequeñas superficies o tiradas menores se efectúa manualmente por medio de pulidoras de brazo articulado monocabezal.Se consiguen superficies planas, lisas, mates y sin ninguna marca visible, el tono proporcionado es más oscuro que con otras terminaciones excepto la del pulido, lo que resalta mucho la estructura, textura y colores de la piedra.Se suele aplicar a piedras que no admiten pulido por no llegar al grado de cristalización necesaria, caso de muchas calizas y areniscas.

Podríamos decir que el apomazado es el paso previo a la consecución del brillo. Este acabado se aplica en piedras compactas, con un grado mínimo de dureza. Al igual que el pulido se consigue mediante abrasión, y en estos caso es más frecuente la utilización de abrasivos convencionales como el carburo de silicio. Se aplica en todas las piedras.

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