Consiste en un tratamiento a alta temperatura a la que son sometidas superficies de rocas graníticas. Mediante la aplicación de una llama a 45º de inclinación respecto a la superficie de la piedra, y a través de  mecheros, sencillos o múltiples, que gracias al oxiacetileno consiguen unos 2.800º C. agreden y deslajan la superficie debido al impacto térmico.

Se suele aplicar exclusivamente en superficie, no a cantos ni ángulos.

El resultado obtenido es una superficie con cierto relieve, rugosa, algo caracterizada y vítrea, que proporciona un aspecto rústico al granito, aunque sin cambio apreciable de color ni presencia de manchas o restos que denoten el tratamiento.

Se consigue así mismo, un aumento en la estabilidad de la cara a la alteración química atmosférica.

En otras palabras, el flameado consiste en aplicar altas temperaturas mediante mecheros de oxiacetileno de más de 2.500 ºC, lo que provoca un choque térmico con la superficie de la piedra y el posterior desprendimiento de pequeñas lajas y esquirlas. Este proceso no deja «quemaduras»  en la piedra y se consigue un alto grado de protección contra agentes atmosféricos.

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